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¡Cuántas veces!
¡Cuántas veces pasé por tu lado
y te miré sin verte!
Cuántas, sin ver tus ojos tristes
y tu cuerpo inerte.
Mas hoy como imán me llamaste,
me acerqué a tu pedestal,
viendo esa amargura
y tus lágrimas de sangre.
En tu luto se adivina
el dolor de una Madre,
causándome ternura tu apocada imagen.
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