(vacaciones en Santo Domingo)
La cara de la abundancia
la suavidad de un billete,
el moreno de tumbona,
los espléndidos banquetes.
Caídas telas y encajes,
señores muy elegantes,
distinguidísimas señoras
repletas de maquillajes.
Escaleras adornadas,
lámparas de oro y brillantes,
espejos muy relucientes
sillones por todas partes.
Y la cruz es la miseria,
mendigos van por las calles
con sus manos extendidas
suplicando unas monedas.
Pieles curtidas al sol
sin que nada les proteja,
no tienen mantas o abrigos
si la fría noche llega.
Cada esquina es un testigo,
de sinsabor y tristeza,
en cada rincón un alma
esperando que amanezca.
La cara y cruz de unas vidas
de luces y de tinieblas,
el sol para todos sale
mas no a todos calienta.
Son dos mundos diferentes,
dos niveles separados,
¡son tan obvias las razones!
nadie pasa al otro lado.
29.11.2000
La cara de la abundancia
la suavidad de un billete,
el moreno de tumbona,
los espléndidos banquetes.
Caídas telas y encajes,
señores muy elegantes,
distinguidísimas señoras
repletas de maquillajes.
Escaleras adornadas,
lámparas de oro y brillantes,
espejos muy relucientes
sillones por todas partes.
Y la cruz es la miseria,
mendigos van por las calles
con sus manos extendidas
suplicando unas monedas.
Pieles curtidas al sol
sin que nada les proteja,
no tienen mantas o abrigos
si la fría noche llega.
Cada esquina es un testigo,
de sinsabor y tristeza,
en cada rincón un alma
esperando que amanezca.
La cara y cruz de unas vidas
de luces y de tinieblas,
el sol para todos sale
mas no a todos calienta.
Son dos mundos diferentes,
dos niveles separados,
¡son tan obvias las razones!
nadie pasa al otro lado.
29.11.2000