10.8.09

RENI (6ª parte)

Llegó a casa con el tiempo justo de hacer pasta antes de que Tomás, su marido, se sentase a la mesa.
Como si fuera un milagro, Reni se pasó una semana sin salir a la calle e Inés pensaba “Quizás un hijo le haga recapacitar y por él cambie de vida”. Era su esperanza. Iba con ella a los médicos y también le acompañó a alcohólicos anónimos, pero veía cómo se iba poniendo nerviosa.
Una tarde que salió a dar un paseo con su sobrino y, al llegar, le dijo a su madre:
– Quiero que el padre de mi hijo se quede a dormir aquí ya que está tirado en la calle.
- ¡Por esa no paso! -le contestó Inés-. En casa ya somos cinco personas; además, no quiero tener en casa alguien que para nosotros es un extraño.
Después de una fuerte discusión se fue sin nada. No volvió aquella noche, ni la siguiente, ni ninguna otra. De vez en cuando les decían haberla visto en tal o cual sitio y el estado en que andaba.
A los siete meses de gestación se presentó en la puerta toda mugrienta, pidiéndole que, por favor, le dejara darse un baño. Esa noche se quedó a dormir y, como siempre, su despertar era un volver a la realidad. Bajó hasta el centro encaminándose hasta los Servicios Sociales. Un tanto entrecortada preguntó por Lucía, la asistenta encargada de drogodependencia. Tuvieron una larga charla y le acompañó al medico, justo en la puerta de enfrente.
Reni comenzó el tratamiento, además de las pruebas (análisis, ecografías, etc...) correspondientes a su embarazo. Iba a ser niña. Esto, unido a saber que estaba bien, le llenó de alegría.
Seguía quedándose en casa de su madre y lo llevaba bastante bien pero, una noche, empezó a sentirse mal. Tras llevarla a urgencias, tuvieron que hospitalizarla porque tenía contracciones y sólo estaba de siete meses y medio. Intentaron retener el parto pero fue inútil, a las veinticuatro horas ya había dado a luz.
La niña, aunque estaba bien, tenía poco peso, 2’100 kg y la dejaron en la incubadora. Para Reni fue una contradicción cuando le dieron el alta y tuvo que dejar a su hija allí (aún le faltaba mes y medio). Al preguntarle el pediatra si quería amamanta a su hija, contestó que no, ya que tendría que ir al menos tres veces al día.
De su compañero nada se supo, tampoco ella lo mencionaba para nada. Sandra, la pequeña, se iba recuperando muy rápido mientras Reni cada vez hacía más espaciadas sus visitas. Al cumplir las cinco semanas, llamaron a Inés para decirle que se la podían llevar a casa. Su hija estaba ilocalizable y, al presentarse ella en el hospital, se negaron a entregársela. ¿Cómo hacerlo, si lleva sin saber nada de ella desde hace una semana?

6 comentarios:

Soñadora dijo...

Qué situación tan tremenda la que le tocó vivir a tu amiga Paqui, me quedo sin palabras al leerlo, y pobre criaturita .
Besitos,

Paqui dijo...

Soñadora: pues si, a veces no apreciamos, (metámonos todos) lo que tenemos, y al conocer estas historias es cuando nos damos cuenta de las desdichas que hay a nuestro alrededor. Gracias por tu comentario. Besos.

HADALUNA dijo...

Paqui, que crudo y real.
Es terrible ir leyendo y pensar en alguien que seguro que todo el mundo conoce, porque siempre se conoce as una Reni aunque sea de oidas.

Eres una excepcional narradora.

Besitos con alas.

sara dijo...

La historia es tan real como la vida. Me ha gustado mucho Paqui.

Muchos besos .

Sara .

Calvarian dijo...

Esto cada vez a va a peor. Joerrr
Bésix

Paqui dijo...

Hadaluna,
Sara,
Calvarian:

Gracias por vuestros comentarios, ando un poco "liadilla"
(no sé si existe esa palabra pero yo tengo muchas que son mías propias) jaja.
Tengo ganas de que llegue el fin de semana.
Besos para los tres.