11.3.09

Fluyen las palabras

Una vez más, sobre su piel,
descargando ira, ahogando ascuas
su dominio y hombría;
ella siempre callada.

Ni un resuello, ni un suspiro,
ni tan siquiera una lágrima,
cumplidora del deber para el que vino,
siempre sumisa y resignada.

La hermosura de sus ojos
poco a poco se apaga
de inclinarse hacia la tierra
para ocultar su mirada.

Mas su interior se revela
alzándose sus pestañas,
podría olvidar, claro que sí,
¡compartiendo su morada!

Pero sube a "La colina"
y va desnudando el alma,
no es sólo por su persona
por quien fluyen las palabras.

Por las flores que engendró
en olas de arena dorada
hoy se desborda su río

representando su raza.

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